
TANGO
El local daba sólo una densa luz azul
Envolvente como terciopelo
De repente nos vimos bailando un tango
Y los demás eran sombra a nuestro alrededor
Tu mano se sentía tan suave en mi piel
Y tu respiración, tenía ese aroma íntimo
Los rayos de la luz eran mi confidente
Y cuando se fijaban en tus ojos
Me permitían ver de vez en vez
Como tu mirada se fijaba en los míos
Un espacio era inexistente
Entre mi cintura y la tuya
Y entre tu boca y la mía
Existía otro espacio que ya tenía dueños
Un destino
Y un deseo contenido
El suelo y las paredes
Que contenían nuestro juego
Se impregnaban de nuestra sensación
De esos escalofríos que sentía
Cuando tu nariz rozaba mi cuello
Y de esos que te daban
Cuando te sonreía inocentemente
Nos hicieron salir
Nos dijeron que era impropio
Y reímos en la calle
Pero ya nada importaba
Ese momento había sido de nosotros
Y ya nadie nos lo podía quitar

1 comentario:
Eso es lo bueno de los momentos poéticos. Son tan propios que arrebatarlos -incluso de la memoria- es algo difícil.
Un abrazo, Javi.
Publicar un comentario